Lázaro Cárdenas, Michoacán. Al amanecer, buques procedentes de Singapur y Hong Kong descargan cientos de contenedores en el imponente puerto de Lázaro Cárdenas, una infraestructura clave del Pacífico mexicano que, pese a las tensiones comerciales con Estados Unidos, sigue en expansión.
La terminal —equivalente a más de 420 veces la plancha del Zócalo capitalino— se ha convertido en un punto estratégico para la importación y exportación de vehículos, repuestos automotrices, acero e insumos industriales, muchos de los cuales enfrentan un 25% de arancel impuesto por el expresidente estadounidense Donald Trump.
A pesar del entorno adverso, el puerto mantiene un crecimiento sostenido: el movimiento de contenedores creció 11% en el primer trimestre de 2025, desafiando los pronósticos ante una posible contracción económica. Su conexión ferroviaria permite que un contenedor llegue hasta Chicago en tan solo siete días, lo que refuerza su papel como columna vertebral del comercio regional bajo el marco del T-MEC.
“El puerto es un punto logístico estratégico para la distribución de mercancías”, afirma Joel Méndez, gerente de operaciones, mientras supervisa las maniobras en una de las dársenas.
Motor automotriz y acero bajo presión arancelaria
México es un pilar en la industria automotriz global. Desde Lázaro Cárdenas se moviliza el 35% de los vehículos que se exportan desde puertos mexicanos, provenientes de plantas como Ford, General Motors, Volkswagen y BMW. Estos autos se embarcan rumbo a Estados Unidos o se transportan por carretera a otros puntos del país.
El acero también juega un papel crucial. ArcelorMittal, una de las mayores acereras del mundo, opera en el puerto y continúa exportando a pesar del impacto arancelario. El gravamen del 25% al acero y aluminio fue suavizado por Trump en el caso mexicano, aunque el entorno sigue siendo incierto.
Seguridad reforzada: entre el fentanilo y los precursores químicos
Además del comercio, el puerto enfrenta otro reto: el combate al narcotráfico. En una zona restringida, elementos de la Marina inspeccionan contenedores en busca de drogas y sustancias químicas utilizadas para producir narcóticos sintéticos como el fentanilo, cuya crisis ha provocado miles de muertes por sobredosis en Estados Unidos.
“Si la empresa demuestra que la sustancia es legal, nosotros solo verificamos que los datos coincidan”, explica un oficial de la Marina. El año pasado se decomisaron más de 2.700 kg de cocaína en estas instalaciones, mientras se refuerza la vigilancia sobre sustancias de doble uso.
Un puerto en expansión
El crecimiento no se detiene. Autoridades locales proyectan sumar otras 1,100 hectáreas a la terminal, que ya compite directamente con el puerto de Long Beach, California. Mientras las tensiones comerciales con EE.UU. continúan, los trabajadores se preparan para la temporada alta, entre mayo y junio, cuando se intensifican las importaciones y exportaciones de cara a las festividades de fin de año.
“Queremos tener las condiciones más adecuadas para atender a las empresas. Este puerto va a seguir creciendo”, concluye Joel Méndez.
